VIS A VIS
Episodio 5 Temporada 4
Este capítulo se llama: * Traición *
Trasmitido el 14 de enero, en fox, a las 22 hrs.
Saray toma la decisión más difícil de su vida respecto a su hija. Palacios organiza un coro en la cárcel que tiene previsto visitar una residencia de ancianos para su primera actuación. Sin embargo, algunas presas tienen otros planes en esta salida de Cruz del Norte. Fátima recurre a Sandoval para sentirse protegida tras la agresión sufrida por Goya, lo que puede llevarla a enfrentarse a todas las presas. Mientras, Zulema es llevada ante la Señora Cruz que trata de negociar con ella la paz en la cárcel a cambio de privilegios, pero Zulema no es de las que ceden. Una antigua presa vuelve a ingresar en Cruz del Norte.
Sandoval, que desde que entierra a su ex mujer decide organizar una redada sorpresa a la llegada del autobús que viene del geriátrico. Allí, y con Tere cargada hasta las cejas de pastillas tras asistir a un hospital para cantar en el coro. Finalmente, se decide por el criterio más antiguo del mundo: le toca a la nueva. Así, Fátima, se encuentra ahora con tener que ocultar ella sola unas cuantas bolsas con estupefacientes en su cuerpo de tal forma que ni los perros que esperan fuera del autobús ni los guardias que van a cachearla se den cuenta. Como le pasaría a cualquiera, a Fátima le puede la presión. Se pone nerviosa y termina tirando todas las pastillas al suelo.
Mientras, Zulema es llevada, con los ojos vendados, a una mansión en la que le esperan una mesa cargada de comida, la directora de las prisiones Cruz, y Caimán, un preso que no parece ser demasiado inteligente y que la mujer al mando parece considerar el preso con el rango más parecido a Zulema en su respectiva prisión. Ella, lógicamente, se siente insultada al verse comparada con un hombre que devora la comida sin modales y que, cuando le ofrecen elegir algo a cambio de no desafiar a los funcionarios, se limita a pedir “una tele de plasma y que le dejen meter a las prostitutas que él quiera, porque necesita descargarse”. Zulema es consciente de que al compararla con él la subestiman. Si ella ha llegado tan lejos es por saber con quién trata, y cuáles son sus cartas. Se mantiene cauta, precavida, sin mostrar sus intenciones, esperando al movimiento del contrincante, que no tarda en llegar: le ofrecen trasladar a su hija a otra prisión.
Sole, a quien el alzheimer no parece perdonar; el regreso de Antonia a Cruz del Norte después de que Castillo la detuviera, o un momento especialmente curioso y que quizá va algo rápido y no nos permite valorar completamente su significado: Saray, con su niña después de darla en adopción, da la bienvenida a Zulema, que se acerca en son de paz e incluso coge a la niña en brazos. Ambas firman la paz mientras sujetan a la niña y recuerdan aquellos tiempos en los que todo era mejor, aquellos tiempos en los que estaban juntas. Con esta “paz” entre ambas, que quizá llega de forma algo precipitada, parece que el hacha de guerra queda totalmente enterrada, y que podremos olvidar aquel absurdo cliffhanger del final de la tercera temporada y además, recuperamos el que sin duda alguna es uno de los mejores dúos de la serie.
Sandoval, que desde que entierra a su ex mujer decide organizar una redada sorpresa a la llegada del autobús que viene del geriátrico. Allí, y con Tere cargada hasta las cejas de pastillas tras asistir a un hospital para cantar en el coro. Finalmente, se decide por el criterio más antiguo del mundo: le toca a la nueva. Así, Fátima, se encuentra ahora con tener que ocultar ella sola unas cuantas bolsas con estupefacientes en su cuerpo de tal forma que ni los perros que esperan fuera del autobús ni los guardias que van a cachearla se den cuenta. Como le pasaría a cualquiera, a Fátima le puede la presión. Se pone nerviosa y termina tirando todas las pastillas al suelo.
Sandoval, que entra en ese momento, lejos de adoptar la ira y la violencia características de sus últimas apariciones, opta por volver a sus orígenes: manipular, controlar, manejar a su antojo a la presa. Le dice que todo va a ir bien, que no se preocupe. Fátima, muerta de miedo, decide creerle. Sandoval, al igual que al principio del capítulo anterior, le hace ser quien delate a la que verdaderamente estaba intentando meter la droga en el recinto. La joven, dolida con Rizos, que se había mostrado protectora al principio para dejarla tirada después, decide acusarla de todo.
Mientras, Zulema es llevada, con los ojos vendados, a una mansión en la que le esperan una mesa cargada de comida, la directora de las prisiones Cruz, y Caimán, un preso que no parece ser demasiado inteligente y que la mujer al mando parece considerar el preso con el rango más parecido a Zulema en su respectiva prisión. Ella, lógicamente, se siente insultada al verse comparada con un hombre que devora la comida sin modales y que, cuando le ofrecen elegir algo a cambio de no desafiar a los funcionarios, se limita a pedir “una tele de plasma y que le dejen meter a las prostitutas que él quiera, porque necesita descargarse”. Zulema es consciente de que al compararla con él la subestiman. Si ella ha llegado tan lejos es por saber con quién trata, y cuáles son sus cartas. Se mantiene cauta, precavida, sin mostrar sus intenciones, esperando al movimiento del contrincante, que no tarda en llegar: le ofrecen trasladar a su hija a otra prisión.
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